Hace unos días estaba dando una masterclass de guión de monólogo en la Escuela de Ficción de Voz Audiovisual y una alumna me preguntó cómo hacer un buen comienzo de actuación, un buen opening. Os dejo en este post mi respuesta, un poquito más elaborada.
Como ocurre en casi todo lo que tiene que ver con comedia, no existe una regla de oro para hacer un buen opening, pero sí hay dos cosas que tienen que estar presentes:
- Debe ser impactante
- Debe dejar claro el estilo del show
El segundo punto se refiere a que en el opening debe quedar perfectamente perfectamente claro el tono, el tipo de cómico que eres y el tipo de humor que vas a hacer el resto del show. La gente rechaza la incoherencia y agradece reconocer patrones. Si en tu opening hablas despacio y utilizando lenguaje muy culto, no van a aceptar que el resto del show sea a toda velocidad y cargado de tacos. Al menos, en principio.
Con respecto al primer punto, cuando sales a escena, sea en un local, una sala o un teatro, el público está expectante y con los sentidos a tope para que los sorprendas. La primera toma de contacto debe ser impactante, debe causar un cambio de estado en el público. Tienen que pasar de cero a cien en segundos. ¿Cómo conseguir esto? Pues como buen gallego respondo: depende. Y ahora desarrollo el depende.
Os voy a describir varios tipos de opening que he visto y que quizás os puedan servir de inspiración.
1. LA PREGUNTA IMPACTANTE
Que George Carlin fue un dios de la comedia lo sabe todo el mundo. En muchos de sus espectáculos George Carlin, tras la ovación de rigor por parte del público, comenzaba sus shows con una pregunta ingeniosa y contundente. Fijaos en este opening sobre el aborto:
Una pregunta o una reflexión ingeniosa y breve, suele ser un buen punto de comienzo, siempre que el público ya te conozca de antes y sepa cómo es tu humor. Recuerdo otro ejemplo, de Dani Rovira, que con ese aire de inocencia cándida que suele aparentar en los escenarios, hacía esta reflexión:
Si Hitler y Mario Moreno «Cantinflas» se diesen un beso en la boca, sus bigotes no se tocarían, ¿no?
Me parece una genialidad.
2. LA HUMILLACIÓN
Una de las reglas de oro en stand-up y en comedia en general es reírse de uno mismo. De alguna forma, esto te legitima luego para reírte del resto del mundo ante el público. Una buena forma de empezar un show es exponer tus miserias, humillarte e ironizar sobre tus problemas o tus taras, como carta de presentación.
Mi compañero de fatigas Pedro Brandariz comienza uno de sus shows en el que habla sobre su obesidad diciendo que él es anoréxico porque leyó en una revista que los anoréxicos son los que se miran en el espejo y se ven gordísimos, que es lo que le pasa a él. Con esta declaración de intenciones, Pedro se gana al público y sienta las bases del resto del show, que pasa por contar todas sus penurias personales con respecto a su peso, todo aderezado con su increíble capacidad como clown.
Por supuesto, comenzar con una autohumillación sólo es válido para perfiles de cómicos amables. Los cómicos agresivos tienen que comenzar de otra forma bien distinta, aunque como suele suceder en comedia, hay perfiles tan inclasificables como el de Raúl Cimas que sin ser un cómico amable al uso, comienza insultándose:
3. EL DESTROYER
El caso contrario al opening de la humillación es el cómico que comienza colocándose en un estatus de superioridad con respecto al público y a los temas que va a tratar. Es un perfil muy complicado de sostener, porque puede causar rechazo en el público, a no ser que lo sepas llevar al extremo, como hacen grandes cómicos como Miguel Lago. En este opening, Miguel Lago, vestido de traje, con el pelo engominado (el look está perfectamente medido) se autodenomina hijoputa desde un personaje que realmente aparenta ser un hijoputa, con actitud de hijoputa y con total y absoluta indiferencia hacia el resto del mundo. Algo que impacta, por inusual y contundente, en el público, y que logra un efecto de amor-odio que deriva en devoción (algo que conseguía de forma magistral el personaje de House en la serie que todos recordaréis).
4. EL VOMITING
Para los que nunca hayáis escuchado este término, el vómiting es una técnica cómica que consiste en soltar un parlamento muy largo, sin pausas, sin dejar tiempo a reaccionar y terminar con un remate muy potente que induce a la gente al aplauso (en la mayoría de los casos).
Empezar por un vomiting tiene un efecto impactante siempre y cuando se ejecute bien. Para atreverte a soltar un vomiting tienes que tenerlo muy ensayado porque no puedes balbucear, no puedes equivocarte, tiene que ser perfecto. Tienes que decirlo como cuando recitabas la lección en el colegio. He aquí un ejemplo del gran Goyo Jiménez que, aunque no es un opening, os puede servir de ejemplo (minuto 8:05):
5. EL SILENCIO INCÓMODO
En uno de los primeros concursos de monólogos en los que participe hace años, compartí escenario con Gari, cómico de mi tierra, que comenzó su show fumando un cigarro durante dos minutos eternos. Llegó al escenario, miró al público, sacó un pitillo, lo encendió y se lo fumó entero. Con cada calada, una mirada al público. Sin decir absolutamente nada. A medida que pasaban lo segundos el público se empezó a incomodar y empezaron a escucharse risas tímidas. En algún momento, el cómico amagaba con comenzar a hablar, pero luego optaba por dar otra calada. Cada vez se reía más gente con una risa incómoda pero continua. En cuanto terminó el pitillo, volvió a mirar al público y lanzó una única pregunta al aire: «¿Por qué existen los karaokes?»
El público estalló en carcajadas, porque realmente estaban deseando hacerlo tras la tensión de los dos primeros minutos. A partir de ahí aquel cómico hizo un monólogo de humor negro espectacular. Decidió invertir dos minutos enteros de su tiempo para provocar con su silencio. Un crack.
Aunque no es un ejemplo de stand-up, no puedo evitar recordar este pequeño fragmento de Tony Leblanc comenzando un show pelando una manzana sin articular palabra.
6. EL ANTI-OPENING
Muy pocos cómicos se atreven a comenzar un show sin utilizar la comedia. ¿Tiene sentido? De propina os dejo este anti-opening de Hovik, que es pura poesía. En algún momento de este opening de máxima tensión, se nota como el público quiere reírse (lo necesitan), aunque no son conscientes de que no es comedia lo que están viviendo. Se niegan a aceptar que un cómico no esté haciendo comedia. Sus cerebros no estaban preparados para un arranque tan extraño. Hovik, que además de cómico es poeta (y muchas otras cosas), mide el tiempo, la cadencia y el tono de su voz con maestría. El remate del opening supone un alivio para el público, que estalla en un aplauso y mil carcajadas. Me parece absolutamente brillante. ¿Y a vosotros?
¿Y vosotros? ¿Cómo empezáis vuestros shows? Podéis dejar vuestras opiniones y consejos en los comentarios. ¡Gracias!