La primera vez que fui consciente de ver a Pedro Reyes fue en No te rías que es peor, pero realmente ya lo había visto antes en La Bola de Cristal, aunque su presencia había sido fagocitada en mi memoria de niño por la bruja Avería y los electroduendes. El caso es que allí estaba, un tipo con los pelos del pecho al aire, bigotudo, con melena y calva a la vez y una americana destartalada de colores imposibles.
Formaba parte de una cuadrilla muy particular, con cómicos de la talla de Marianico el Corto o gente limpia como el señor Barragán. Aquel era un programa de chistes con dos concursantes que tenían que reírse lo mínimo para ganar. A priori, ¿Qué cómico querría participar en algo así?
Recuerdo que mi impresión de niño era que Pedro Reyes improvisaba sobre la marcha lo que iba a decir. Daba la impresión de que conectaba con un ente cómico que circulaba por el plató y soltaba cosas que parecían inconexas pero que de alguna forma acababan teniendo sentido cómico.
[su_quote]Pedro Reyes no contaba chistes, Pedro Reyes creaba momentos.[/su_quote]
Me entero hoy de su muerte y me duele no haber podido verlo nunca en directo. He visto videos suyos en youtube, intervenciones en programas de estos últimos años y sobre todo, esos momentos que almaceno en mi memoria de adolescente que empezaba a sentir picores en la zona cómica del cerebro.
Nació en Tánger, Marruecos, en 1961, aunque vivió de niño y adolescente en Huelva, donde comenzó a escribir y a meterse en el mundo del teatro. Ahí conoció a Pablo Carbonell (el que tristemente ha anunciado su muerte hoy mismo). Ambos formaron el dúo cómico Pedro y Pablo en Sevilla. Original, ¿verdad?.
De Sevilla a Madrid, en plena eclosión ochentera, donde actuaron en el retiro pasando la gorra, como hicieron tantos otros (Faemino y Cansado, sin ir más lejos). Y allí, como a tantos otros, los descubrieron para la tele. Llegó La bola de cristal y España cambió para siempre.
Pedro Reyes probablemente fue un genio del humor, me atrevería a decir que a la altura de los Kaufmans o los Carlins, pero a la española. De esos cómicos que conseguía provocar carcajadas retroactivas, de esas que vuelven periódicamente cuando recuerdas uno de sus momentos, pero también era ese tipo raro que no entienden las madres, los abuelos y los señores que se compran coches caros para suplir carencias. Estuvo en televisión, en cine y en teatro. De hecho, en esta última etapa de vida escribió y estrenó dos obras: Las hermanas Wachosky y Sapore di Amore. En la tele lo pudimos ver no hace mucho en Me Resbala y en Buenafuente.
Fuera de cámara, debajo del escenario, en la intimidad, por lo que he leído en múltiples entrevistas, era un tipo serio, con los pies en el suelo y con una devoción por su profesión que se mezclaba con un hastío propio del que lleva toda la vida en algo que no puede dejar porque algo que trasciende a su persona se lo impide.
Pedro Reyes se murió de repente esta madrugada, muy al estilo de aquellos que cuanto más sabes de ellos, más te sorprenden con nuevas forma de trastocarte el cerebro. Como no creo en que nadie se vaya al cielo al morir, hoy es un día triste para la comedia y punto. Pero mañana seguiremos aquí, haciendo lo que con el paso del tiempo se acaba convirtiendo en una responsabilidad: hacer sentir bien a los demás. Adiós, Pedro.